Por Aimée Padilla
Hola de nuevo, ya me había ausentado un tiempo pero continuamos con la narración de las distintas leyendas de mi amado Veracruz.
Al estar investigando, me di cuenta que la siguiente historia tiene distintos giros en la trama, y supongo que se debe a que cuando algo se cuenta de boca en boca, cada quien le pone su «toque» y es cuando saltan las diferencias, pero en términos generales pudiera decirse que la escencia es la misma.
En esta ocasión le toca el turno a la Leyenda de la Sirena de Tamiahua
Se cuenta que hace muchos años, en el municipio de Tamiahua existió un pequeño pueblo llamado Rancho Nuevo, en él vivía una viuda, de nombre Damasia, y su hija Irene, una niña de piel morena, ojos verdes y cabello oscuro. La señora había estado casada con Abundio, pero después de su muerte se había dedicado a servir a la iglesia, así que ella y su hija viajaban a otras comunidades a las fiestas patronales para venerar a los santos.
Un jueves santo, y ante la petición de su madre, Irene fue a recoger leña para el fuego en el Paso de Piedras. Tras regresar a su casa notó que estaba sucia por el trabajo realizado y le indicó a su madre que se daría un baño para asearse.
Damasia de inmediato le dijo que durante los días santos no debían agarrar agua, mucho menos bañarse ya que era una ofensa a Dios y se condenaría, sin embargo Irene no escuchó a su madre ya que se sentía incómoda y decidió pasar por alto la tradición y lavó su cara, tomó un guacal con dos hojas de jaboncillo y se fue rumbo al pozo.
De pronto, su madre escuchó gritos. Era Irene quien pedía ayuda con gritos que se convirtieron en un triste cántico de lamento.
Junto al pozo se levantó una ola gigante convirtiendo a Irene en una criatura extraña, su cabellera y piel se tiñeron de rojo, sus piernas desaparecieron y en su lugar, de la cintura para abajo, se formó una cola de pez, babosa y con escamas. La ola arrastró su cuerpo por el río rumbo al mar.
Los lugareños trataron desesperadamente de salvarla, algunos la siguieron con sus lanchas hasta el mar. Cuando estaban a punto de alcanzarla, observaron a lo lejos un extraño barco viejo que no reconocieron, destrozado y feo. De pronto, Irene saltó hacia él, mientras esbozaba una sonrisa burlona y cantaba de forma macabra “Peten ak, peten ak” («giren o circulen» en huasteco; hoy en día se dice «petenera») para después desaparecer.
Desde aquel entonces, su madre cada Jueves Santo iba hasta la playa con la ilusión de volver a ver a su hija. Los pescadores cuentan que a veces escuchan fúnebres cantos, por lo que se alejan del lugar. Cuentan los Pescadores que cuando oyen sus fúnebres cantos, se alejan del lugar porque aquel que la vea sufre desgracias en la vida, ya que Irene la bella sirena se muestra como una Mujer hermosa. de dulce voz, al acercarse les voltea las lanchas y embravece Las Olas hasta matarlos.
Se dice también que hasta la fecha algunos lugareños prohíben Nadar en las aguas esos días pues afirman que si eres hombre la Sirena Vengativa te atacara y si eres mujer corres el riesgo de Transformarte como Irene.
Esta historia es un ejemplo de cómo las tradiciones y costumbres religiosas pueden tener un gran impacto en la vida de las personas en la Huasteca. Aunque la historia es en parte fantástica, muestra cómo la comunidad valora y respeta estos rituales y creencias, y cómo incluso la desobediencia a estas costumbres era considerada un acto grave. Además, la historia destaca cómo la comunidad se unía en momentos de crisis para enfrentar los desafíos y castigar las transgresiones.
La historia de la Sirena de Tamiahua es de la autoría del internacional Escritor Veracruzano, historiador e investigador cultural José Reyes Nolasco, publicada en el Libro “CUEXTECATL VOLVIO A LA VIDA” el 8 de abril del año 2000.
Todos los créditos y fuentes de consulta:
https://jornadaveracruz.com.mx/cultura/la-sirena-de-tamiahua/
La Leyenda de la Sirena de Tamiahua

