El impacto del mundo digital en la vida cotidiana

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Por Aimée Padilla

Desde que aprendí a leer, internarme en el fantástico mundo de los libros fue mi pasión. Hubo una época de mi vida en donde leía un promedio de 3 libros al mes, no importaba el grueso que tuvieran, me dormía muy de madrugada y tenía que hacer un alto en la lectura porque al día siguiente había que iniciar la vida real.

Pero la lectura de los libros en papel nunca afectó el rendimiento académico o laboral, muy al contrario hacían mi mente ágil y dispuesta a enfrentar nuevos retos.

Darme un chapuzón literario era tan refrescante que siempre estaba ansiosa por llegar a casa y arellanarme en un sillón para retomar el punto en el que me había quedado.

Tengo que reconocer que con la llegada de los dispositivos móviles la vida se agilizó enormemente. Antes salíamos de casa y nadie sabía de nosotros hasta que habíamos vuelto o llamábamos en algún teléfono público, nuestros familiares y amigos no se preocupaban por nosotros, no lo digo en mal plan, simplemente que no estábamos al pendiente de la vida de las personas como lo es ahora con la llegada de las redes sociales.

Ahora existe una necesidad acuciante de comunicarle a conocidos y desconocidos: qué comimos el día de hoy, en qué estamos pensando, con quien estamos emparejados, si ya tuvimos bebé, nueva mascota, nuevo trabajo y un sinfín de cosas de las cuales antes no nos preocupábamos.

Si le escribimos un mensaje a alguien y nos dejó «en visto» nos deprimimos todo el día y nos hacemos una novela mental pensando disparates, cuando tal vez la persona en ese momento está conduciendo y no le es posible responder el mensaje.

La tecnología desincentiva las ganas de leer

Sin pensarlo demasiado al igual que a los demás, la vida me fue llevando de tal forma que un día abrí una cuenta de Facebook, luego empecé a participar en distintos foros e incluso abrí este blog para compartir mis ideas con quien quisiera leerme; pero empecé a darme cuenta de algo de un tiempo para acá: ya no leía con la misma frecuencia con que lo hacía antes. Años atrás en un año llegué a leer entre 36 y 40 libros, dependiendo de que tan extensos fueran… El año pasado solo leí 2 libros y este año apenas terminé uno. Empecé a leer el nuevo libro hace unos 15 días y no he avanzado más allá de la página 72

¿A qué se debe esto? Empecé a buscar en mi mente qué podría estarme pasando. ¡Ah ya se! La excusa que la mayoría pone: «es que no tengo tiempo» Pero mi gemela interior me dijo: «¡Qué excusa más barata!, ¿qué antes tenías tiempo y ahora no? Antes sacabas tiempo, antes no estabas en las redes varias horas»

Hice un examen honesto de como es mi día, y como trabajo en oficina tengo a la mano el teléfono el cual checo varias veces, siento ese impulso por ver qué está pasando en ese mundo virtual del que ahora formo parte.

También pude notar que debido a que escucho audiolibros mientras trabajo, ahora me da pereza leer, apenas avanzo unos párrafos en la lectura, pierdo el interés y me pongo a ver televisión cuando estoy en casa, lo cual no sucedía antes.

De la misma forma he perdido el hábito de escribir. Antes escribía todos los dias cuentos, poemas, tengo una novela inconclusa ¿Qué me ha pasado? ¿De qué forma ha afectado la tecnología en mi vida?

En mi caso muy particular, aunque la tecnología me ha agilizado la vida y he podido conocer a personas que de otro modo no sería posible, también ha influido negativamente ya que al ser un mundo rápido y fluido, lo convencional como leer un libro, se me ha hecho pesado y tedioso.

Al darme cuenta de ello, he tratado sin mucho éxito de recuperar el ritmo de lectura que tuve antes de esta era digital. Estamos a fines de Septiembre y espero poder terminar el libro para hacer una reseña del mismo. Me lo voy a poner como una meta a alcanzar, esperando me incentive a sacudirme esta pereza mental que me envuelve.

Así que la tecnología hay que usarla con sabiduría, ha llegado para ayudarnos a hacer múltiples tareas en distintos campos de la vida cotidiana, pero también puede ser una cruel enemiga que te esclaviza a su voluntad y si no te das cuenta, puede ahogarte en sus entrañas.

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