El próximo miércoles

Cuento corto de Aimée Padilla

Con frecuencia sueño que estoy en una casa que no es mi casa, pero en mi sueño sí lo es. Esa casa tiene una tercera recámara que está amueblada en un estilo antiguo.

Me encanta la decoración: la cama con una colcha esponjosa en colores pastel. Hay un tocador con un espejo grande y un ropero de madera. Las cortinas tienen encajes y hay muchas flores que alegran la habitación.

La recámara huele delicioso, un perfume suave que me invita a quedarme… Pero cuando entro me pregunto: ¿Por qué nunca me duermo aquí si es parte de mi casa? ¿Por qué si me gusta tanto ésta habitación, no la uso?

En ocasiones he soñado que entro y me acuesto a dormir, otras veces tan solo entro y me pregunto por qué motivo no la uso.

Anoche soñé nuevamente con ésa habitación y decidí contarlo a manera de cuento para poder transmitir de la mejor manera el sueño.

Vamos pues al cuento…

El sol entró por una pequeña abertura en las cortinas y despertó a Matilda quien se estiró y bostezó con una sonrisa. Había descansado bien y se sentía muy contenta. A un lado de la cama se encontraba el pequeño Bob quien dormía plácidamente.

Con un ojo a medio abrir, Matilda consultó el reloj y vio que iban a dar las ocho de la mañana.

Bob es hora de irme, mi mamá me espera para desayunar así que vamos al patio, no te puedes quedar aquí.

Se puso en pie y con un leve gemido cargó a Bob.

– Oye, cada vez estás más gordo.

Bob se había quedado totalmente ciego hacía escasos tres meses, y ella trataba de que se adaptara a su nueva condición.

Salió de la habitación y se dirigió a ésa recámara que siempre le había intrigado… Era algo absurdo pues era SU CASA, y no entendía por qué motivo no dormía allí.

La recámara se encontraba en un piso superior, era la única construcción en ése tercer piso así que con Bob en brazos, abrió la puerta para contemplar la habitación de sus sueños.

– Que linda es…

Notó una corriente que venía del fondo así que decidió ver por donde se colaba el aire, ya que no recordaba haber dejado abierta la ventana.

Efectivamente estaba abierta la ventana que daba al patio – qué extraño – no recuerdo haberla abierto.

Con un poco de dificultad y sin soltar a Bob cerró la ventana.

– listo, espero no se vuelva a abrir.

Al dar la media vuelta se topó con una pareja en medio de la habitación. Eran de hermosa apariencia y ella inmediatamente reconoció a su padre quien tenía cinco años de fallecido.

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– ¿Papá eres tú?

El hombre sonrió con bondad y asintió. Matilda no sintió miedo ante la inaudita visión, solo estaba confusa porque su padre no tenía la apariencia que tuvo en vida.

De pronto sintió que una especie de energía salía de su pierna izquierda y con asombro vió que tomó la forma de una niña pequeña que abrazaba a ése ser por las piernas.

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– ¡Papi! -decía la pequeña de cabello ondulado. Matilda descubrió con asombro que era su versión niña, una pequeña Matilda quien abrazaba a su supuesto padre.

– Pero no entiendo, a ver… Si eres mi papá por qué no luces como antes.

El hombre solo sonrió y después de un breve silencio, finalmente respondió:

– Luego lo entenderás, pero mira que hasta ella sabe que soy yo – y mientras dijo eso, sonría y abrazaba a la pequeña Matilda quien reía a carcajadas como solía hacer cuando su padre la cargaba de pequeña.

– ¿Y quién es ella? ¿Es mi mamá? ¿Por qué no luce como era de joven?

– Porque no es ella, tu mamá no ha muerto.

La mujer la contemplaba con su hermoso rostro, era una mirada extraña e intensa que la incomodó un poco, fue en ése momento cuando pensó que todo eso era absurdo y confuso y necesitaba una explicación a la visión.

– Papá dime qué haces aquí y por qué tienes otra apariencia.

– Lo sabrás pero no ahorita, porque no es el momento. Hay algo de suma importancia que debes de saber, pero será el próximo miércoles. Vinimos a advertirte para que estés lista.

– ¿Para que esté lista? ¿Para hacer qué o ir a dónde? Explícame

– Será el próximo miércoles, recuérdalo bien y anda vete ya que tú madre te espera.

Extrañamente Bob permaneció quieto y en paz durante el extraño episodio, era como si él supiera que esos seres no le harían daño.

Fue entonces que dio la media vuelta y con el perro en brazos comenzó a bajar las escaleras que daban al patio; y para su sorpresa muchos seres de aspecto humano subían las escaleras sin percatarse de ella.

Pensó en ellos como seres porque al parecer no tenían conciencia de ella… Es como si ella fuera invisible a sus ojos, además de que todos llevaban un traje azul de una sola pieza, como los que usan los astronautas.

Se detuvo a contemplarlos, eran delgados y altos y lucían exactamente como un ser humano, pero algo le inquietaba de ellos. ¿Por qué no me ven? ¿O es que me ignoran?

Para su sorpresa se dirigían a su habitación, de la que acababa de salir y dónde había hablado con su padre.

Cuando se percató de ello, aceleró el paso y aún con pijama salió de la casa.

Afuera todo iba con normalidad, sintió como un escalofrío recorría su cuerpo, solo el calor de Bob la aferraba a la realidad, y aunque su mente le decía que todo había sido un sueño, Matilda tenía miedo de la llegada del próximo miércoles.

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