Crónicas de cuentos fantásticos

Sugerencia de escritura del día
¿Cómo te sientes ahora mismo?

Por Aimée Padilla

Alejandro, un hombre de unos cuarenta años, llevaba una vida que parecía extraída de una monotonía implacable. Cada día se repetía como una vieja canción desgastada: despertar, tomar el mismo café amargo, ir a su trabajo en la oficina de contabilidad, regresar a casa, cenar solo y sumirse en la lectura de libros técnicos o informes financieros. Su esposa, Ana, y sus dos hijos adolescentes, Sofía y Daniel, apenas lograban romper esa rutina.

Ana ya no sabía que hacer para llamar la atención de su esposo; se esmeraba por prepararle la cena, pero él siempre se iba directamente a su habitación. Esta rutina llevaba algún tiempo, y cuando ella habló de divorcio, a él le daba igual; no parecía afectarle en lo mas mínimo.

Pero Alejandro tenía un secreto. En su mesita de noche, oculto entre los números y las gráficas, descansaba un ejemplar de Crónicas de Cuentos Fantásticos, una recopilación de historias de fantasía que había encontrado en una librería de segunda mano. La portada mostraba un mundo mágico, lleno de criaturas aladas y bosques encantados. Alejandro no sabía por qué lo había comprado; después de todo, no era su género habitual.

Siempre tenía presente como si fuera el primer día, cuando encontró el libro. Se dirigía a su hogar, y manejó sin rumbo fijo, tratando de retrasar el momento de llegar a la vida que le parecía repulsiva, muchas veces se planteó la idea de escaparse de ese cuerpo que lo mantenía preso.

Así que mientras esperaba el cambio de semáforo, vio una pequeña librería que le llamó la atención, pensó que era buena idea divagarse un rato en lo que llegaba a casa. Pero algo en esa historia lo atrajo desde la primera página. La heroína montada en un dragón de fuego, tenía una mirada angelical , que contrastaba caprichosamente la inocencia con la valentía. No sabía cómo, pero el libro le habló y le dijo «llévame contigo«, Fue una sensación extraña y estremecedora. Tomó el libro entre sus manos y lo acarició con una ternura que jamás pensó pudiera sentir hacia alguien. En un solo instante, Alejandro se enamoró perdidamente del personaje de ficción.

En las noches solitarias, Alejandro se sumergía en las palabras del libro. Allí, en las páginas desgastadas, encontró a Evelyn, una valiente cazadora de sueños. Evelyn tenía cabello de fuego y ojos que brillaban como estrellas. Él se enamoró de ella, de su valentía y su pasión por explorar los confines de la imaginación. Leía y releía los pasajes en los que Evelyn luchaba contra dragones y se perdía en laberintos encantados.

La vida real se volvía cada vez más opaca. Alejandro dejó de prestar atención a las conversaciones familiares y a las noticias del mundo exterior. Su mente vagaba entre las páginas de Crónicas de Cuentos Fantásticos. Soñaba despierto con aventuras junto a Evelyn, con volar sobre dragones y descubrir secretos ancestrales.

Un día, mientras sostenía el libro en sus manos, Alejandro tomó una decisión. Se acostó en su cama, cerró los ojos y se dejó llevar. Imaginó que atravesaba el umbral entre la realidad y la ficción. Evelyn lo esperaba en el jardín, con sus ojos brillantes y su sonrisa enigmática. Alejandro extendió la mano hacia ella, y juntos se adentraron en un mundo donde los sueños eran tan reales como la gravedad que los sostenía.

Nunca despertó. Dejó atrás su vida rutinaria, su familia y sus responsabilidades. En ese mundo de fantasía, Alejandro encontró la alegría que le había sido esquiva durante tanto tiempo. Se convirtió en un personaje más de Crónicas de Cuentos Fantásticos, explorando bosques encantados y desafiando a los monstruos que acechaban en las sombras.

Ana siempre vivía con la esperanza de que su esposo despertara del coma, aunque los médicos no le daban muchas esperanzas.

En cuanto a Alejandro, se convirtió en leyenda. Los habitantes del mundo de los sueños hablaban de un hombre que había cruzado la frontera entre lo real y lo imaginario. Junto a Evelyn, pudo darle rienda suelta a todo lo que no pudo experimentar en el llamado mundo real.

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