Zacatlán de las Manzanas: Un Refugio de Paz que Aún No He Experimentado

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Por Aimée Padilla

Hoy quiero compartir algo que he deseado hacer desde hace tiempo, pero que he postergado por los múltiples asuntos que me tienen atada: visitar las cabañas del mágico pueblo de Zacatlán de las Manzanas, en Puebla. La idea de perderme en la naturaleza, alejarme de todo lo que me aqueja y sumergirme en un entorno de paz absoluta, me resulta increíblemente atractiva. Pero, ¿por qué Zacatlán?

Zacatlán de las Manzanas es un lugar que, solo de pensarlo, evoca serenidad. Rodeado de verdes montañas y campos cubiertos de neblina, es el escenario perfecto para dejar atrás el bullicio de la vida diaria. Sus paisajes ofrecen un refugio, casi como si el tiempo allí transcurriera de manera diferente. Las cabañas, ubicadas en lo profundo del bosque, invitan a dejarse envolver por el canto de las aves al amanecer, y a olvidar la rutina que muchas veces nos agobia.

Llegar a Zacatlán es relativamente sencillo, partiendo desde la Ciudad de México. Un viaje de poco más de dos horas por carretera te lleva directo a este rincón escondido en la sierra poblana. Al llegar, el aire fresco te recibe con un susurro, el cual te invita a desconectar y a disfrutar de lo simple: una caminata por los senderos de bosque, el olor a tierra húmeda, y la calma que solo la naturaleza puede proporcionar.

Es fácil imaginarse la paz que sentiría al ver una puesta de sol sobre los cerros, los tonos cálidos del atardecer tiñendo el horizonte. Y, al caer la noche, el silencio se apoderaría del lugar, dejando que la mente descanse y el cuerpo se relaje. En el amanecer, me imagino abrir los ojos para encontrar el cielo pintado de colores suaves y una neblina delicada que cubre las montañas. Sentiría que, por fin, todo lo que me ha preocupado se desvanece, aunque solo sea por un momento.

El poder curativo de la naturaleza no tiene comparación. Lo invaluables que serían para mí unos días de desconexión, rodeada de paisajes que me reconectan con lo esencial. A veces, es necesario perderse para encontrarse de nuevo, y estoy segura de que Zacatlán de las Manzanas me ofrecería justo eso: la oportunidad de sanar, respirar, y dejarme envolver por su magia.

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