Por Aimée Padilla
En la penumbra de la noche oscura,
mi mente grita, pero el cuerpo no murmura.
Un peso invisible oprime mi pecho,
y el aire se vuelve un cruel desecho.
Los ojos abiertos, pero sin ver,
la sombra se cierne, no puedo correr.
Quiero despertar, romper el hechizo,
pero estoy atrapada en este abismo.
Mi voz se ahoga en un grito mudo,
el terror me envuelve, todo es crudo.
Siento que me hundo en un mar sin fondo,
y el despertar se vuelve un sueño hondo.
El reloj avanza, pero el tiempo se detiene,
la sombra me atrapa, y burlona me contiene.
Finalmente, la luz del alba me libera,
y el grito silencioso se disuelve en la espera.
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