Anoche me dijo un cuervo que me amaba
Pero yo no le creí, pues… los cuervos no hablan
Cerré los ojos y tapé mis oídos, abrí mi boca para protestar
Pero el cuervo emprendió el vuelo y miré a través de él
Viajé por la oscuridad y me maravillé por la nitidez de las sombras
Alcé los ojos y casi pude tocar las estrellas
“¿entiendes ahora que te amo?” me dijo nuevamente el cuervo
Y asentí con todas mis fuerzas porque supe que era verdad
Daría la vida misma por él y él por mí
Surcamos juntos infinidad de mares y montañas
Sus alas me cobijaban y se cerraban en torno a mí
Sentí la calidez de su presencia y el latir de su corazón
Miles de colores pasaban y se proyectaban en torno a nosotros
¡Eso debía ser la gloria!
(debo estar loca)
Abrí los ojos y el cuervo aún me contemplaba
Con sus ojos tristes y serenos
“No puedo escucharte” le dije
Pero el cuervo continuó inmutable en mi ventana
Alargué la mano para tocarlo
Pero el cuervo protestó con frenesí y saltó a las estrellas
“¿No me dijiste que me amabas? ¡Pensé que sería eterno!”
Cerré nuevamente los ojos y el cuervo se posó nuevamente en mi ventana
“¿Porqué dudas?” me dijo triste
“Tengo miedo”
“No temas, ven acompáñame y volemos muy lejos, aquí no hay nada que te ate”
Salí por la ventana y extendí los brazos
Pude sentir la brisa de la noche golpeando mi rostro
Y una sonrisa se asomó a mis labios
Dí un salto y lo seguí sin dudarlo
Al más mágico de los sueños
¿verdad?
Aimée Padilla