Por Aimée Padilla
Ahora soy un ángel plateado,
pero hubo un tiempo en que todo era negro.
Surqué los mares y espié las tinieblas,
buscando una libación que me fuera exquisita.
Hubo amores incomprendidos,
su olor almizclado me era atrayente.
Cuando abrían la boca, entendí que no era mi lugar.
Herí a algunos, pero no con intención.
Solo que mi espíritu no les pertenecía.
Entre sombras y luces, me encontré.
Me debatía entre la gloria y la perdición,
sin saber si volar o hundirme en lo profundo,
pues mi corazón, confundido, no hallaba razón.
Pero entonces, llegaste tú,
con tu mirada serena que atraviesa el alma,
me abrazaste con alas de fuego
me hiciste dudar de lo que era,
¿soy un ángel o un demonio en calma?
En tu abrazo hallé paz, en tu risa, redención.
Mas, en lo profundo, la duda persiste:
¿Eres tú la luz que me redime,
o la sombra que me seduce en la noche?
Ahora en tus brazos, soy lo que siempre fui
Un alma redimida, con el calor de tu amor
Un ángel plateado que resplandece en la oscuridad
O tal vez un demonio, que ha encontrado a su redentor
Así, en este vaivén me encuentro,
entre lo celestial y lo mundano,
pues al amarte, no sé si vuelo al cielo,
o caigo en un abismo sin fondo.


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