Por Aimée Padilla
Hace seis años, mi vida cambió de una manera que nunca imaginé. El día que mi papá falleció, no solo perdí a un ser querido; también enfrenté una realidad que me hizo replantear mi forma de vivir. Desde entonces, la incertidumbre se convirtió en una compañera constante, y poco a poco entendí que resistirme a ella solo me desgastaba.
Durante años viví siguiendo una línea rígida, una que marcaba pasos claros y una estructura que creía inquebrantable. Pero cuando me di cuenta que estaba enjaulada en una prisión mental, esa rigidez comenzó a romperse. Me di cuenta de que, aunque no podemos controlar lo que sucede, sí podemos decidir cómo enfrentarlo. Así que tomé una decisión: dejar de aferrarme a un guion y aprender a disfrutar el momento.
El cuidado de mi mamá, que como ya habrán leído en mis anteriores entradas, ha sido una experiencia que constantemente me enseña a vivir un día a la vez. Cada amanecer trae nuevos retos, algunos pequeños, otros desgarradores, pero todos cargados de aprendizajes. He tenido que entender que no puedo planificar el futuro con certeza, que mis esfuerzos no siempre garantizarán resultados, pero que puedo elegir afrontar cada situación con serenidad.
Hoy que se cumplen seis años de la partida de mi papá; no dejo de extrañarlo ni de pensarlo un solo día. Aún puedo escuchar su voz en mi cabeza, su risa y sus chistes sosos que me agarraban por sorpresa.
Si miro en retrospectiva, jamás habría imaginado ese día ni la vida que vino después. Aún recuerdo cuánto me dolía pensar en un futuro sin él. Pero aquí estoy, viviendo, aprendiendo y, sobre todo, amando.
No sé qué pasará el próximo año. Es probable que haya momentos de alegría, desafíos inesperados y lecciones que aún no alcanzo a comprender. Pero lo que sí sé es que la vida, con todas sus sorpresas y giros, merece ser vivida en el presente.
Si hay algo que quiero compartir con quienes leen esto, es que la incertidumbre no tiene que ser una enemiga. Puede ser una maestra, una guía que nos invita a soltar el control y simplemente estar. Porque al final, lo único que tenemos garantizado es el ahora.
Hoy abrazo este momento. No porque sea perfecto, sino porque es mío, y porque incluso en medio del caos, hay belleza. Espero que tú también encuentres la tuya.


Totalmente de acuerdo. Hay que vivir el presente sin intentar controlar lo que vendrá. Aprender a fluir puede ser un desafío para muchos de nosotros. ¡Feliz día!
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Cuesta trabajo, pero es lo mejor. Gracias por leer y comentar. Un abrazo 🙂
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Un abrazo🤗😘🤗
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